noviembre 16, 2008

mas sueños...

Es curiosa la forma en que las respuestas llegan a mi, pero en realidad muy divertida...

Ayer, estaba muy muy muuuuy cansada. Me levante temprano para ir al correo, lugar donde me tuvieron esperando por mas de 45 minutos para entregarme una carta. Después, fui a la universidad y de ahí a casa de Wally y luego por Ali y de nuevo con Wally para terminar de comer, para finalmente llegar a casa como a las 8 con los pies lo que le sigue de hinchados y súper cansada. Así, que después. De un día Azcapotzalco- Ciudad Universitaria- Cuahutemoc - Azcapotzalco, merecía ir a mi camita a descansar...

Es chistoso, últimamente he tenido sueños muy raros, pero escribiré el de anoche...

Venía por la playa una playa muy hermosa, el mar tenía tonos verdes y azules tan diversos, las olas formaban espumas en colores pastel, en realidad era como ir sobre ocean drive pero disfrutando de Cancún, Bacalar, Cuba, y las cascadas de Agua Azul... Era un hermoso paisaje, que disfrutaba en la parte trasera de un convertible de los 60's color aqua con llantas de cara blanca, de copiloto, iba Nosh y el conductor era un chico alto y fornido que nunca he visto.

Iba muy feliz, disfrutando del paisaje, tratando de capturar la escencia del lugar con mi cámara, pero parecía misión imposible dada la velocidad con la que viajábamos.

En el camino, conforme nos acercábamos a la cima de la montaña, observé, que esa espuma y los colores en realidad si provenían de una cascada, una pequeña como de 5 metros que se unía más adelante a una mayor...

Seguimos subiendo, mientras el sol comenzaba a ocultarse y entonces ocurrió lo inimaginable... en algún punto del camino la curva nos jaló, dimos una vuelta errónea o algo ocurrió, pero de pronto así sin advertirlo comenzamos a caer por la primera cascada, mientras volabamos por el cielo les grite que se pusieran en posición fetal y que cubrieran sus cabezas y al deslizarnos por la cascada, recordé que había una mayor, por lo que salimos del auto para nadar a la orilla...

Nuestros celulares no se habían mojado tanto así que tuvimos oportunidad de llamar desde la orilla mientras veíamos el auto perderse entre la corriente.

Una vez en tierra firme, después de llamar por ayuda, me senté agitadamente a ver la puesta de sol y entonces.... desperté.

Eran las 2:30 de la mañana, pero no importaba, por que ya todo estaba bien.

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